viernes, 23 de marzo de 2012

Hans Holbein the Younger

Hans_Holbein_the_Younger_-_The_Ambassadors_-_
La pintura representa a Jean de Dinteville a la izquierda, embajador de Francia en Inglaterra en 1533, fecha de la realización del cuadro. A la derecha se encuentra su amigo, Georges de Selve, obispo de Lavaur, que ocasionalmente fue embajador ante el Emperador romano germánico, la república de Venecia y la Santa Sede. Ambos hombres, que observan al espectador de la obra, están acodados sobre un mueble con dos estantes sobre el que hay dispuestos varios objetos relacionados con el quadrivium, las cuatro ciencias matemáticas entre las siete artes liberales: la aritmética, la geometría, la música y la astronomía. En el estante superior puede verse una esfera celeste, objetos de medición del tiempo y un libro, dispuestos sobre una alfombra roja con complicados motivos geométricos. En el estante inferior hay un globo terráqueo, dos libros, un laúd y cuatro flautas en un estuche. El plano posterior está ocupado por una cortina de terciopelo verde con un pliegue en la esquina superior izquierda que apenas permite ver un crucifijo, que a menudo no se ve en las reproducciones debido a su posición en el margen. El suelo está pavimentado con círculos y cuadrados, destacándose una forma difícilmente interpretable, pero que salta a la vista en tanto que parece que se halle fuera del espacio de la pintura; se ha llamado a menudo el hueso de sepia.
Jean de Dinteville está ricamente vestido con un abrigo de piel, en la mano lleva una daga en su estuche, donde está grabada su edad (29 años), y en la cabeza una boina de donde está colgado un broche representando un cráneo. Del negro de su indumentaria destacan el rojo de sus mangas y una cadena dorada que pende de su pecho con una medalla decorada con un ángel, prueba de su pertenencia a la Orden de San Miguel. Georges de Selve está totalmente vestido de negro, envuelto en un abrigo de piel. En la mano derecha lleva un par de guantes y en la cabeza un tocado. De Selve se dedicó en lo esencial de su sacerdocio a trabajar por la reconciliación en el seno de la Iglesia. La pintura parece pues inmortalizar la toma de posesión de un embajador francés recientemente nombrado en la corte de Inglaterra y la visita que le hace por este motivo a su amigo. La primera mirada que se hace a la pintura, una obra prácticamente cuadrada, de más de dos metros de lado, induce dos reflexiones: los dos hombres retratados, sujetos del cuadro, no ocupan el centro; están desplazados a los lados, enmarcando como un joyero un conjunto de objetos que a primera vista parecen dispares; a sus pies se encuentra un objeto extraño que parece no formar parte de la pintura, y que en todo caso ocupa el primer plano, como si Holbein hubiera usado este retrato para realzar, de entrada, otra cosa que no son los personajes que dan su nombre a la obra, uno de los cuales, Dinteville, fue quien la encargó.
La pintura parece, pues, que abunda en símbolos, indicaciones ocultas, referencias; todo esto cosas normales en la pintura del Renacimiento, que intentamos identificar, traer a la luz.
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La Virgen del burgomaestre Meyer, también conocida como Madona del burgomaestre Jakob Meyer o Madona de Darmstadt es una pintura de Hans Holbein el Joven. Esta pintura pertenece a la Hessische Hausstiftung (Fundación Hessiana). Normalmente se encuentra en el Palacio del Gran Duque de Darmstadt, de donde deriva su nombre popular de Madona de Darmstadt (en alemán, Darmstädter Madonna). No obstante, durante el período 2004-2008 se encuentra en préstamo limitado en el Museo Städel de Fráncfort del Meno. Se trata de un óleo sobre madera de conífera con unas dimensiones de 144 centímetros de alto y 101 de ancho. La madera en concreto sería de abeto, según Imdahl en el catálogo de la exposición de 2004. En el Städel se define al cuadro como óleo en madera de tilo. El catálogo de la exposición Holbein. Los años en Basilea (2006, pág. 110) se refiere a este material como madera resinosa. Su datación no es segura, se cree que fue un encargo realizado entre los años 1526 y 1529.
El Retrato de Nicolas Kratzer es una pintura de Hans Holbein el Joven, actualmente en el Museo del Louvre de París, Francia. Se trata de un óleo sobre madera con unas dimensiones de 83 centímetros de alto y 67 de ancho. Fue ejecutada en el año 1528.
La persona retratada es el astrónomo Nikolaus Kratzer, amigo de Tomás Moro.
Es un retrato de medio cuerpo, en el que el astrónomo aparece en escorzo. Viste ropas sobrias, oscuras, y se encuentra rodeado de instrumentos propios de su oficio, que son representados con detalle y realismo, como es típico de la pintura flamenca, constituyendo prácticamente ellos solos un bodegón.
 Jane Seymour
 Autor:Hans Holbein, el Joven
 Fecha:1536-37
 Museo:Kunsthistorisches Museum
 Características:65,5 x 47,5 cm.
 Material:Oleo sobre tabla
 Estilo:
A partir de 1532, Holbein consigue afianzarse como retratista de corte de Enrique VIII. A partir de estos momentos, la retratística de Holbein inicia un proceso, de talante manierista, mediante el que insistirá en el distanciamiento del retratado, insertando la figura en un espacio irreal, del que desaparecen o cambian de sentido los objetos utilizados para ayudar a definir un espacio real y concreto.
En este caso, el pintor limita el papel de las manos -fundamentales en la concepción gestual del retrato clasicista- haciéndolas posar, sin ademán alguno, sobre el cuerpo al igual que en el retrato de Cristina de Dinamarca. Al tiempo, las vestimentas, que utiliza como auténticas superficies a decorar, imprimen su linealidad a los cuerpos que contienen, de los que desaparece toda idea de redondez plástica. 
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viernes, 9 de marzo de 2012

ROGIER VAN DER WEYDEN


 Retrato de dama
 Autor:Rogier de La Pasture
 Fecha:1455 h.
 Museo:National Gallery (Washington)
 Características:37 x 27 cm.
 Material:Oleo sobre tabla
 Estilo:Pintura Flamenca
Casi tan bella y misteriosa como la Gioconda de Leonardo, este retrato femenino es una de las obras más elegantes de Van der Weyden. Algunos estudiosos creen que se trata de la princesa Marie de Valengin, hija de Felipe el Bueno, duque de Borgoña y patrón de Jan van Eyck. Es un retrato delicado y lleno de inspiración. La elegancia traspasa cada elemento de la composición con sutileza: la posición de las manos, el brillante destello rojo del cinturón en contraste con el vestido oscuro, la maravillosa toca transparente que deja ver el peinado y la frente de la dama... La modelo lleva la frente completamente rasurada, tal y como ordenaba la moda flamenca del siglo XV. Este mismo peinado lo podemos ver en otros retratos, como el de Margarita van Eyck, o en las santas y vírgenes de los cuadros religiosos. La gradación del color y el juego de transparencias y sutileza de la luz se debe al empleo del óleo, que permitía disolver los pigmentos en capas de aceites. Al superponerse estas capas se obtiene un increíble efecto de profundidad, veladuras y brillo esmaltado. Con el paso de los años, los aceites y barnices se han resquebrajado provocando craquelados que son muy apreciados por el ojo experto. 
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 Altar Braque, María Magdalena
 Autor:Rogier de La Pasture
 Fecha:1452 h.
 Museo:Museo Nacional del Louvre
 Características:41 x 34 cm.
 Material:Oleo sobre tabla
 Estilo:Pintura Flamenca

Esta santa forma el ala lateral derecha del conocido como tríptico Braque. La obra completa tiene en el panel central a Cristo flanqueado por María y San Juan Evangelista, y en la otra ala, a San Juan Bautista. El tríptico recibe su nombre del cliente que lo encargó, Jehan Braque, caballero de Tournai, muerto en 1452 y cuyas armas aparecen pintadas en el reverso del tríptico. El estilo de Weyden aparece evidentemente influido por el arte italiano del Renacimiento, como por ejemplo en el hecho de que la santa esté captada de medio cuerpo en vez de cuerpo entero. Los trípticos con medias figuras eran populares en Italia pero tardaron casi un siglo en ponerse de moda en los Países Bajos. La santa posee una expresión introspectiva que se corresponde con la serenidad del paisaje. El volumen de la cabeza se corresponde a su vez con la formación rocosa de su espalda, que además sirve para cerrar la composición en el extremo derecho del tríptico abierto.
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Roger Van der Weyden
La obra presenta en su tabla central las figuras de Cristo, la Virgen y san Juan y, en las laterales, esta Magdalena y san Juan Bautista.
La Magdalena, descrita en tres cuartos de perfil, viste un traje de color azulado, con mangas de terciopelo bordadas en oro, y manto también azul. Su tocado lo constituye un turbante cilíndrico ceñido a la barbilla por medio de un velo transparente. Lleva un bote de perfume sobre cuya tapadera apoya la mano diestra. El paisaje que le sirve de fondo se compone de una sucesión de planos ondulados, en los que se yergue una eminencia rocosa y aparecen, de trecho en trecho, manchas boscosas. En la parte superior de la tabla existe una inscripción tomada del Evangelio de san Juan: “Habiendo tomado María una libra de perfume de nardos, muy costoso, ungió con él los pies de Jesús.” 
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Triptico de la Anunciacion
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Triptico de la crucificcion
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TRÍPTICO DE SANTA COLUMBA (c.1455)
Tríptico realizado para la Iglesia de Santa Columba hacia 1455.
Óleo/tabla, 138x 267 cm. Vieja Pinacoteca de Munich.
En el centro la Adoración de los Magos, a la izquierda la Anunciación y a la derecha la Presentación del Niño en el templo.
Se aprecia claramente que esta tabla, de 138x70cm, está basada en la del Louvre, aunque se ha reducido el marco y las figuras toman un mayor protagonismo al resultar más próximas al espectador.
El ángel es más esbelto que el del Louvre, con una túnica blanca más sencilla que la capa pluvial con brocado y se desliza en la habitación como una nube blanca pues, al tocar el suelo con las puntas de los dedos de los pies, parece flotar en el espacio.
Aunque se haya reducido la habitación se mantienen, con naturalismo y gran detalle, los objetos más significativos: el lecho, los lirios en su jarrón, el reclinatorio.
Se repite la composición en diagonal y la curvatura suave en la disposición del ángel y María. Aparece aquí una nueva diagonal en el rayo que penetra y en el que se hace presente la Paloma del Espíritu Santo (ausente en la del Louvre).
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 El Descendimiento
 Autor:Rogier de La Pasture
 Fecha:1435
 Museo:Museo del Prado
 Características:220 x 262 cm.
 Material:Oleo sobre tabla
 Estilo:
Este Descendimiento de Cristo de la cruz es una magnífica obra de Rogier Van der Weyden, quien lo planeó como pintura que traduce los esquemas de los retablos escultóricos alemanes y flamencos de esa época. Éstos plantean habitualmente una caja espacial estrecha, en la cual se colocan a manera de friso los personajes esculpidos, frontales y ajustados al escaso fondo que se les concede. Este planteamiento es el mismo que observamos en el Descendimiento de Van der Weyden: todas las figuras se distribuyen en un primer plano, yuxtapuestas pero procurando que ninguna oculte a las demás. La evocación del estilo escultórico consigue volumen y modelado en los cuerpos, que se aprecia de manera sobresaliente en el cuello de la mujer que se encuentra en el extremo derecho de la composición. Las figuras, diez en total, son Cristo muerto, María, San Juan y los santos varones y mujeres, incluida la Magdalena. Todos ellos llevan hermosos ropajes, cuyas texturas permiten diferenciar terciopelos, sedas, damasquinados, etc. Es también una característica propia del arte flamenco ésta de resaltar la calidad de las materias que aparecen. Es un indicativo del poder del que encarga la pintura. Además, todo el fondo está recubierto por riquísimas láminas de pan de oro, y abundan los azules y los verdes, pigmentos que proceden de moler piedras semi-preciosas. El fondo dorado, además de una ostentación de riqueza, impide que la mirada del espectador profundice en otra cosa que no sea la escena, desarrollada por este marco en un espacio mágico e irreal, sin referencias humanas. La obra fue encargada para la capilla de los Ballesteros de Lovaina, lo cual se refleja en el marco: en los extremos superiores aparecen unas pequeñas ballestas que identifican a los donantes. Parece que en origen era la tabla central de un tríptico, completado por una Resurrección y unas imágenes de santos, pero se desconoce su paradero. Felipe II, gran admirador del arte flamenco, trató infructuosamente de comprarla; por ello, encargó a Michel Coxcie, pintor y copista real, que le hiciera una copia para colgar en El Escorial. Años más tarde, la tía del emperador, María de Hungría, consiguió adquirirlo para la colección real española, a la que llega en 1574, de modo que una segunda copia fue realizada para que permaneciera en la capilla de los Ballesteros. La primera de Coxcie es la que actualmente pende de los muros de El Escorial. La tabla original del Descendimiento se encuentra en el Museo del Prado desde 1939.

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extraido de " el realismo de los pintores flamencos"por UNI KOTTO
Todo elogio a Van Der Weyden se queda corto cuando contemplamos este Descendimiento del Museo del Prado, sin lugar a dudas uno de los mejores cuadros de la historia de la pintura universal. Pintado al óleo sobre tabla hacia 1436 para el gremio de los ballesteros de Lovaina, fue concebido como un tríptico, del que faltan ahora los paneles laterales. Aunque lamentemos esa pérdida, el amplio panel central (de 2,2 metros de ancho y 2,6 de alto) es una de las muestras más sublimes de esas capacidades del artista.
La composición es bien conocida: se representa aquí un tema clásico en la iconografía cristiana: el Descendimiento de Cristo y la Quinta Angustia de María. Para ello, van der Weyden nos presenta en el centro de la escena una cruz ya vacía, de la que se está bajando el cadáver de Jesús, sostenido por un joven (alzado sobre una escalera, al fondo), Nicodemo y José de Arimatea. A la vez, se inicia el proceso de envolverlo en un blanco sudario, mientras otra figura masculina, a nuestra derecha, muestra un frasco de ungüentos. Este lateral de la tabla se cierra con el llanto desconsolado de María Magdalena.
.En el otro extremo del cuadro, la visión del cuerpo exánime de su hijo provoca el desmayo de María, cuyo cuerpo es sostenido a duras penas por San Juan y una de las santas mujeres, mientras, al fondo, la otra, reproduce los rasgos de sufrimiento de la Magdalena. El pintor nos presenta estas diez figuras colocadas sobre un fondo dorado, rematado con tracerías góticas en los extremos superiores. Sin embargo, la parte inferior de la obra deja ver un atisbo de naturaleza, un suelo real en el que crecen algunas plantas. La ordenada distribución de los personajes nos los muestra formando grupos: tres figuras a cada lado, dos en la parte superior y las dos imágenes centrales de Jesús y María, cuyos dos cuerpos presentan un claro alineamiento, a modo de diagonales curvadas que atraviesan la obra y dan un ritmo específico a la composición.
Podríamos valorar también la excepcional capacidad de van der Weyden para manejar el color, con ese rojo impresionante del vestido de San Juan o ese azul desmayado del ropaje de la Virgen. O podríamos recrearnos en los efectos de la luz o en la profundidad de cada una de las figuras, en el volumen casi escultórico que muestran, o en la minuciosidad en los pequeños detalles (fijaos, por ejemplo, en el cabello de San Juan o en la leyenda que figura en el cinturón de la Magdalena). Pero quedémonos
con lo quey en los gestos de las dos mujeres de los extremos. Dolor espiritual e incluso dolor físico. Los rostros del dolor, en definitiva. es lo más sutil del cuadro: los propios rostros de los personajes, esos diez rostros que nos enseñan las diversas categorías del dolor humano: la muerte, la angustia, la pena, el llanto, la desesperación, la tristeza, el desasosiego o la incertidumbre. Dolor contenido en unos casos o dolor
explícito en otros, manifestado en las lágrimas que brotan de algunos de los asistentes al descendimiento y en los gestos de las dos.
Dijimos que en el cuadro aparecen diez figuras. Una más, de carácter simbólico, asiste a la escena. Se trata de la calavera que aparece a los pies de San Juan. La muerte, en síntesis. Pero junto a ella, brotan algunas florecillas. Tal vez quede sitio para la esperanza, parece decirnos van der Weiden
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 Piedad
 Autor:Rogier de La Pasture
 Fecha:1435 S.F.
 Museo:Museo del Prado
 Características:47 x 35 cm.
 Material:Oleo sobre tabla
 Estilo:
Al existir cuatro imágenes de la Piedad muy similares, los expertos no se ponen de acuerdo en cuáles son auténticas y cuáles obra de taller. Bien es cierto que Van Der Weyden dirigía un floreciente taller en Bruselas en el que, a veces, se repetían las escenas, dependiendo de la demanda. Sí existe coincidencia en afirmar que la escena deriva de la tabla central del Tríptico de la Capilla Real de Granada, actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York. Dentro de la Pintura flamenca, Weyden es el artista que insufla mayor dramatismo a sus escenas, colocando a los protagonistas - San Juan y la Virgen María - sufriendo por la muerte de Cristo. Incluso el maestro repetirá los rostros de estas figuras en otras escenas, lo que conlleva a creer que utilizaba siempre los mismos modelos. La tensión y el dramatismo que se respira en la imagen suplen la casi ausencia de paisaje, al emplear una línea del horizonte muy baja en la que se aprecia ligeramente la campiña flamenca. La cruz hace de eje vertical para separar las dos zonas: una con los personajes divinos y otra con el donante, que se integra de tal manera en la escena que parece que también participa al contemplarla con intensa emoción. Se piensa que el donante sería un miembro de la familia Broers. Weyden será un gran amante de los detalles como se observa en los pliegues de las telas, en los cabellos o en las lágrimas de los rostros de María y San Juan. Los vivos colores empleados están motivados por la utilización - a partir de Jan Van Eyck - del óleo.Resulta curioso observar el cuerpo de Cristo que adolece de un estudio anatómico del natural por lo que parece una figura acartonada, sin fuerza. Será Miguel Angel en el Renacimiento quien se preocupe por las anatomías, llegando a diseccionar cadáveres. 
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  San Jorge y el dragón
 Autor:Rogier de La Pasture
 Fecha:1432 h.
 Museo:National Gallery (Washington)
 Características:14,3 x 10,5 cm.
 Material:Oleo sobre tabla
 Estilo:Pintura Flamenca

Esta escena prodigiosa posee todo el romanticismo que hoy se le atribuye a la Edad Media: San Jorge, el santo guerrero y caballeroso de la Iglesia, monta un caballo blanco para matar al dragón y salvar a la princesa. La princesa viste a la última moda flamenca, con las telas más ricas y lujosas del momento, y un peinado de lo más atrevido (frente rapada y cofia de cuernos, como vemos en los retratos de la época). Al fondo el sugerente paisaje nos muestra los típicos castillos que pueblan los cuentos de hadas, entre una principesca gama de color azul, de belleza indescriptible. El tamaño de la obra no supera los 14 centímetros de alto: podría cabernos en la mano. Esto demuestra la actualidad de la técnica de la miniatura en la época en que Rogier van der Weyden la pintó, así como lo exquisito de la ejecución y lo extremadamente caro de los materiales (el azul se conseguía moliendo una piedra semipreciosa, de ahí lo "principesco" del cielo). La tabla es una auténtica joya por su aspecto, su tamaño y su precio. Como orgullosamente proclama la National Gallery de Washington, se trata de una de sus obras más pequeñas y al mismo por la que más dinero llegó a pagar. 
ARTEHISTORIA
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-Rogier_van_der_Weyden_-_Francesco_d'Este_-_
-Rogier_van_der_Weyden_-_St_Luke_Drawing_a_Portrait_of_the_Madonna_-
Van_der_Weyden,_Saint_Luke_Drawing_the_Virgin,_Luke_detail
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Weyden-Roger-van-der_Isabella-of-Portugal-1500
visitation-rogier-van-der-weyden
Retrato de Felipe III de Borgoña (1396-1467)

El retrato 

Flandes es, además, una de las primeras regiones en llevar a cabo retratos con penetración psicológica del modelo. El retrato típico flamenco, que será adoptado con éxito en España durante siglos, es el que capta al personaje de menos de medio cuerpo, no frontalmente, sino ligeramente girado sobre sí mismo, sobre fondo neutro de color oscuro, e incluyendo el rostro y las manos con algún símbolo.    El hecho de que el personaje aparezca levemente girado permite involucrarle en el espacio, el cual no se representa mediante trucos de mobiliario o fondo arquitectónico. Tan sólo la presencia de la figura, sobre un fondo perdido, insinúa la existencia del volumen y el espacio que ocupa.Posteriormente, ya en el siglo XVII, en la escuela de Amberes el retrato flamenco evolucionaría hasta su máximo esplendor en un estilo más naturalista y colorista.

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San Ivo (c. 1450)

  

 

texto comleto aqui
http://es.wikipedia.org/wiki/Pintura_flamenca_%28siglos_XV_y_XVI%29

Primitivos flamencos es la denominación historiográfica para los maestros de la escuela flamenca de pintura en sus siglos iniciales.
Dentro de la pintura flamenca existen varias escuelas: la italianista y la reaccionaria durante los siglos XV al XVI, y la naturalista o colorista de la Escuela de Amberes del siglo XVII.
Las dos primeras hacen referencia a la pintura de los Países Bajos que surgió dentro del Renacimiento Europeo. Estaban formadas por un conjunto de artistas relativamente aislados de la revolución del Renacimiento y algunos, como la escuela reaccionaria, contrarios a influencias italianizantes.
Aún conservaban rasgos del estilo gótico, técnicos, como el uso de la tabla en lugar del lienzo, y temáticos, sobre todo religiosos y espirituales. Sin embargo, su habilidad detallista e intereses les impulsaron a investigar y a descubrir de forma empírica la perspectiva, a perfeccionar la técnica del retrato al que dotaron de gran profundidad psicológica y a reivindicar el paisaje como tema pictórico.
Su concepción medieval del artista como artesano evitó que muchos de estos pintores fueran conocidos puesto que bastantes no firmaban sus obras hasta bien avanzado el siglo XVI. Tampoco se entregaron demasiado a la reflexión sobre su arte por lo que son escasas las biografías y los tratados sobre sus técnicas, aunque alguno nos ha llegado.
De la pintura flamenca se pueden observar obras maravillosas en España, ya que sus reyes fueron admiradores de su pintura. Destacan por su importancia los depósitos del Museo del Prado, como por ejemplo el retablo del Descendimiento de Van der Weyden.





Rogier de La Pasture. Rogier Van der Weyden
Nacionalidad: Flandes
Tournai h. 1400 - Bruselas 1464
Pintor
Estilo: Pintura Flamenca
Escuela:


Obras: 12

Rogier Wan Der Weyden fue uno de los artistas más importantes entre los primitivos flamencos del siglo XV. También se le conoce por Rogier o Rogelet de la Pasture, lo que ha provocado en múltiples ocasiones el error de pensar que estamos ante dos personas diferentes. Nace hacia 1400 en Tournai, donde realiza su aprendizaje con Robert Campin durante seis años. Quizá antes hubiera estudiado escultura junto a su padre, pero el éxito lo obtendrá con el arte de los pinceles. En 1432 Rogier ya es maestro y contribuye a la decoración del Palacio Municipal de Tournai; tres años más tarde está en Bruselas, donde logra gran reputación y una interesante fortuna. Quizá en 1450 visitara Roma y Florencia. Como buen pintor flamenco, Van der Weyden va a dedicar especial atención a los detalles, el vivo colorido y el realismo de las figuras, pero a esto se debe añadir el dramatismo que caracteriza sus escenas, como elemento esencial de su pintura. Murió en Bruselas en el año 1464 después de haber trabajado para la alta nobleza flamenca, retratando a muchos de sus miembros. Su obra quizá más famosa, El Descendimiento de Cristo, se puede admirar en el madrileño Museo del Prado

miércoles, 7 de marzo de 2012

EUGENE GALIEN LALOUE

Theatre du Gymnase,boulevard de Bonne-Nouvelle-Gouache_
Un 14 juillet,Place de la Bastille-Gouache_
Galien laloue Arc de triomphe
Le marche aux fleurs et la Conciergerie-Gouache_
eugene_galien_laloue_la_bastille_wm_small
Elegants sur les grands Boulevards parisiens_
Bouquinistes on le Quai de Tournelle, Paris_
  
   Eugène Galien-Laloue (1854-1941) fue un artista francés de francés-italiano padres y nació en París el 11 de diciembre de 1854. Es reconocido como un maestro de francés impresionista escenas de la calle que abarca cuatro décadas. Su trabajo es buscado por coleccionistas de todo el mundo.
Muy conocido en Francia, sus pinturas de los años 1900 representan con exactitud la época en que vivió: una vida feliz, animado de París, la Belle Époque, con carruajes tirados por caballos, los tranvías y sus primeros ómnibus. Obras Galien-Laloue se valoran no sólo por su contribución al arte del siglo 20, pero para la historia real, que el documento. Él era un divulgador de las escenas de la calle, por lo general pintados en otoño o invierno. Su trabajo puede verse en el Musée des Beaux-Arts, Louvier, Musée des Beaux-Arts, La Rochelle, Mulhouse, Francia. Galien-Laloue ha inspirado e influenciado a muchos de los artistas de ayer y de hoy, incluyendo reconocido impresionistas franceses Edouard León Cortés y Blanchard Antoine.
Un típico Galien-Laloue pintura representa a las aceras y avenidas llenas de gente o turistas se entremezclan antes de que los monumentos de la capital. También pintó los paisajes de Normandía y Seine-et-Marne, así como escenas militares que fue encargado de producir en 1914. La República de Francia seleccionada Galien-Laloue a trabajar como "artista de guerra", tanto durante la guerra franco-prusiana y la Primera Guerra Mundial, principalmente en acuarela.
"Se formó originalmente como un arquitecto, pero no disfrutar de los aspectos de promoción de la profesión. Bajo la tutela de Charles Laloue, rápidamente ganó fama como artista, especializado en acuarela y gouache".
"Galien-Laloue dominar la representación de la Belle Epoque de París escena de calle, tanto en la vena de Jean Beraud (1849-1936) o James Tissot, Jacques (1836-1902) Él retrató a París en su mejor momento:. Tiendas irresistibles, bulevares y" barrios ". Con la línea delicada y dramática iluminación, Galien-Laloue documentado el ajetreo diario de una de las ciudades más bellas del mundo, París.
"Galien Laloue continuó pintando hasta 1940, cuando se rompió el brazo con que sostenía el pincel ... Se había convertido en muy popular entre los artistas, tanto franceses y americanos sobre todo, y siguió pintando las mismas escenas de París durante toda su carrera. Murió en la casa de su hija en Chérence, donde se habían refugiado en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el 18 de abril de 1941.
 
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